Lección 22: La Santísima Virgen y sus esclavos de amor.

¿Qué es lo que María hace por sus esclavos de amor? ¿Con que desvelos y cariños la Virgen trata a los que a Ella se consagran? Acompañemos el desarrollo de la analogía que San Luis Grignion teje entre Rebeca y María, Jacob y los esclavos de amor a María. Veamos como Ella los ama, les enseña, conduce, mantiene, defiende, protege, e intercede por ellos.

Pongo a su disposición online el texto del tratado: https://bit.ly/TratadoVD

Meditación y Oraciones del día

Veni Creator Spíritus, Ave Maris Stella y Magnificat

Haga clic abajo para leer

Señor, ten piedad de nosotros. Jesucristo, ten piedad de nosotros.

R/. Señor, ten piedad de nosotros.
Divino Espíritu Santo, óyenos.
Espíritu Santo Paráclito, escúchanos.

Dios Padre celestial, ten piedad de nosotros,
Dios Hijo Redentor del mundo, ten piedad de nosotros,
Dios Espíritu Santo, ten piedad de nosotros,
Santísima Trinidad que eres un sólo Dios, ten piedad de nosotros,
Espíritu de la verdad, ten piedad de nosotros,
Espíritu de la sabiduría, ten piedad de nosotros,
Espíritu de la inteligencia, ten piedad de nosotros,
Espíritu de la fortaleza, ten piedad de nosotros,
Espíritu de la piedad, ten piedad de nosotros,
Espíritu del buen consejo, ten piedad de nosotros,
Espíritu de la ciencia, ten piedad de nosotros,
Espíritu del santo temor, ten piedad de nosotros,
Espíritu de la caridad, ten piedad de nosotros,
Espíritu de la alegría, ten piedad de nosotros,
Espíritu de la paz, ten piedad de nosotros,
Espíritu de las virtudes, ten piedad de nosotros,
Espíritu de toda la gracia, ten piedad de nosotros,
Espíritu de la adopción de los hijos de Dios, ten piedad de nosotros,
Purificador de nuestras almas, ten piedad de nosotros,
Santificador y guía de la Iglesia Católica, ten piedad de nosotros,
Distribuidor de los dones celestiales, ten piedad de nosotros,
Conocedor de los pensamientos, ten piedad de nosotros,
y de las intenciones del corazón, ten piedad de nosotros,
Dulzura de los que comienzan a serviros, ten piedad de nosotros,
Corona de los perfectos, ten piedad de nosotros,
Alegría de los ángeles, ten piedad de nosotros,
Luz de los Patriarcas, ten piedad de nosotros,
Inspiración de los Profetas, ten piedad de nosotros,
Palabra y sabiduría de los Apóstoles, ten piedad de nosotros,
Victoria de los Mártires, ten piedad de nosotros,
Ciencia de los Confesores, ten piedad de nosotros,
Pureza de las Vírgenes, ten piedad de nosotros,
Unción de todos los Santos, ten piedad de nosotros,

Sednos propicio,
R. Perdónanos Señor.
Sednos propicio,
R. Escúchanos Señor.

De todo pecado, líbranos Señor.
De todas las tentaciones y celadas del demonio, líbranos Señor.
De toda presunción y desesperación, líbranos Señor.
Del ataque a la verdad conocida, líbranos Señor.
De la envidia de la gracia fraterna, líbranos Señor.
De toda obstinación e impenitencia, líbranos Señor.
De toda negligencia y liviandad de espíritu, líbranos Señor.
De toda impureza de la mente y del cuerpo, líbranos Señor.
De todas las herejías y errores, líbranos Señor.
De todo mal espíritu, líbranos Señor.
De la muerte mala y eterna, líbranos Señor.
Por Vuestra eterna procedencia del Padre y del Hijo, líbranos Señor.
Por la milagrosa concepción del Hijo de Dios, líbranos Señor.
Por Vuestro descendimiento sobre Jesús bautizado, líbranos Señor.
Por Vuestra santa aparición en la transfiguración del Señor, líbranos Señor.
Por Vuestra venida sobre los discípulos del Señor, líbranos Señor.
En el día del juicio, líbranos Señor.

Aunque pecadores, te rogamos óyenos,
Para que nos perdones, te rogamos óyenos,
Para que te dignes vivificar y santificar a todos los miembros de la Iglesia, te rogamos óyenos,
Para que te dignes concedernos el don de la verdadera piedad, devoción y oración, te rogamos óyenos,
Para que te dignes inspirarnos sinceros afectos de misericordia y de caridad, te rogamos óyenos,
Para que te dignes crear en nosotros un espíritu nuevo y un corazón puro, te rogamos óyenos,
Para que te dignes concedernos verdadera paz y tranquilidad de corazón, te rogamos óyenos,
Para que nos hagas dignos y fuertes, para soportar las persecuciones por amor a la justicia, te rogamos óyenos,
Para que te dignes confirmarnos en tu gracia, te rogamos óyenos,
Para que nos recibas en el número de tus elegidos, te rogamos óyenos,
Para que te dignes atendernos, te rogamos óyenos,
Espíritu de Dios, te rogamos óyenos,

V/Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo,
R/.Envíanos el Espíritu Santo.
V/Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo,
R/.Mándanos el Espíritu prometido del Padre.

V/Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo,
R/.Dadnos el buen Espíritu Espíritu Santo, óyenos.

V/Espíritu Consolador, escúchanos.
V/. Envía tu Espíritu y todo será creado,
R/. Y renovarás la faz de la tierra.
Oremos. ¡Oh Dios! que aleccionaste a los corazones de Tus fieles
con la ciencia del Espíritu Santo,
haz que, guiados por este mismo
Espíritu, apreciemos las dulzuras
del bien, y gocemos siempre de Sus
divinos consuelos, por Jesucristo
Nuestro Señor.

Amén.
Salve, del mar Estrella,
Salve, Madre sagrada
De Dios y siempre Virgen,
Puerta del cielo Santa.

Tomando de Gabriel
El Ave, Virgen alma,
Mudando el nombre de Eva,
Paces divinas trata.

La vista restituye,
Las cadenas desata,
Todos los males quita,
Todos los bienes causa.

Muéstrate Madre, y llegue
Por Ti nuestra esperanza
A quien, por darnos vida,
Nació de tus entrañas.

Entre todas piadosa,
Virgen, en nuestras almas,
Libres de culpa, infunde
Virtud humilde y casta.

Vida nos presta pura,
Camino firme allana;
Que quien a Jesús llega,
Eterno gozo alcanza.

Al Padre, al Hijo, al Santo
Espíritu alabanzas;
Una a los tres le demos,
Y siempre eternas gracias

"Señor, ten piedad de nosotros.
Señor, ten piedad de nosotros.
Cristo,ten piedad de nosotros.
Cristo,ten piedad de nosotros.
Señor, ten piedad de nosotros.
Señor, ten piedad de nosotros.
Cristo, óyenos.
Cristo, óyenos.
Cristo, escúchanos.
Cristo, escúchanos
Dios, Padre Celestial,  ten piedad de nosotros.
Dios Hijo, Redentor del mundo, ten piedad de nosotros.


Corazón de Jesús, Hijo del Eterno Padre,  ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, formado en el seno de la Virgen Madre por el Espíritu Santo, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, unido sustancialmente al Verbo de Dios,ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, de infinita majestad, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, templo santo de Dios, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, tabernáculo del Altísimo, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, casa de Dios y puerta del cielo, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, horno ardiente de caridad, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, santuario de la justicia y del amor, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, lleno de bondad y de amor, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, abismo de todas las virtudes, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, digno de toda alabanza, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, Rey y centro de todos los corazones, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, en quien se hallan todos los tesoros de la sabiduría y de la ciencia, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, en quien reside toda la plenitud de la divinidad, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, en quien el Padre se complace, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, de cuya plenitud todos hemos recibido, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, deseado de los eternos collados, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, paciente y lleno de misericordia, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, generoso para todos los que te invocan, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, fuente de vida y santidad, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, propiciación por nuestros pecados, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, colmado de oprobios, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, triturado por nuestros pecados, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, hecho obediente hasta la muerte, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, traspasado por una lanza, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, fuente de todo consuelo, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, vida y resurrección nuestra, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, paz y reconciliación nuestra, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, víctima por los pecadores, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, salvación de los que en ti esperan, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, esperanza de los que en ti mueren, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, delicia de todos los santos, ten piedad de nosotros.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, perdónanos Señor.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, óyenos Señor.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros.
V. Jesús, manso y humilde de Corazón,
R. Haz nuestro corazón semejante al tuyo.
Oremos: Oh Dios todopoderoso y eterno, mira el Corazón de tu amadísimo Hijo, las alabanzas y satisfacciones que en nombre de los pecadores te ofrece, concede el perdón a éstos que piden misericordia en el nombre de tu mismo Hijo, Jesucristo, el cual vive y reina contigo por los siglos de los siglos.

Amén.
Ven, ¡Oh Jesús!, que vives en María; ven a vivir y reinar en nosotros, que tu vida se exprese en nuestra vida para vivir tan sólo para Ti. Forja en nuestra alma, ioh, Cristo!, tus virtudes, tu Espíritu divino y santidad, tus máximas perfectas y tus normas y el ardor de tu eterna caridad. Danos parte, Señor, en tus misterios para que te podamos imitar; tú que eres Luz de Luz, danos tus luces, y en pos de ti podremos caminar. Reina, Cristo, en nosotros por tu Madre, sobre el demonio y la naturaleza, en virtud de tu nombre soberano, para la gloria del Padre celestial.
Amén
Vos sois, oh Cristo Jesús, mi Padre santo, mi Dios misericordioso, mi Rey infinitamente grande; sois mi buen pastor, mi único maestro, mi auxilio lleno de bondad, mi bienamado de una belleza maravillosa, mi pan vivo, mi sacerdote eterno, mi guía para la patria, mi verdadera luz, santa dulzura, mi camino recto, mi preclara sapiencia, mi pura simplicidad, mi paz y concordia; sois, en fin, toda mi salvaguardia, mi herencia preciosa, mi eterna salvación. Oh Jesucristo, amable señor, ¿por qué en toda mi vida, amé, por qué deseé otra cosa sino Vos? ¿Dónde estaba yo cuando no pensaba en Vos? ¡Ah, que a partir de ahora, mi corazón sólo os desee y por Vos se abrase, Señor Jesús! Deseos de mi alma, corred, que ya bastante tardasteis; apresuraros hacia el fin al que aspiráis; procurad de verdad Aquél que buscáis. Oh Jesús, anatema sea quien no os ama. Aquél que no os ama se llene de amarguras.

Oh dulce Jesús, sed el amor, las delicias, la admiración de todo corazón dignamente consagrado a vuestra gloria. Dios de mi corazón y mi plenitud, Jesucristo, que en Vos mi corazón desfallezca, y sed Vos mismo mi vida. Enciéndase en mi alma la brasa ardiente de vuestro amor, y se convierta en un incendio todo divino, al arder para siempre en el altar de mi corazón; que inflame lo íntimo de mi ser y abrase el fondo de mi alma; para que, en el día de mi muerte, aparezca delante de Vos enteramente consumido en vuestro amor. Así sea.
San Mateo, cap. 26, 1-2; 26-29; 36-46

Cuando Jesús hubo terminado estos discursos, dijo a sus discípulos: Sabéis que dentro de dos días es la Pascua y el Hijo del hombre será entregado para que lo crucifiquen. Mientras comían, Jesús tomó pan, lo bendijo, lo partió y, dándoselo a los discípulos, dijo: Tomad y comed, éste es mi cuerpo. Y tomando un cáliz y dando gracias, se lo dio, diciendo: Bebed de él todos, que ésta es mi sangre de la alianza, que será derramada por muchos para remisión de los pecados. Yo os digo que no beberé más de este fruto de la vid hasta el día en que lo beba con vosotros de nuevo en el reino de mi Padre.

Entonces vino Jesús con ellos a un lugar llamado Getsemaní y les dijo: Sentaos aquí mientras yo voy a orar. Y tomando a Pedro y a los dos hijos de Zebedeo, comenzó a entristecerse y angustiarse. Entonces les dijo: Triste está mi alma hasta la muerte; quedaos aquí y velad comigo. Y adelantándose un poco, se postró sobre su rostro, orando y diciendo: Padre mío, si es posible, pase de mí este cáliz; sin embargo, no se haga como yoquiero, sino como quieres tú, y viniendo a los discípulos, los encontró dormidos, y dijo a Pedro: ¿De modo que no habéis podido velar conmigo una hora? Velad y orad para que no accedáis a la tentación; el espíritu está pronto, pero la carne es flaca. De nuevo, por segunda vez, fue a orar diciendo: Padre mío, si esto no puede pasar sin que yo lo beba, hágase tu voluntad. Y volviendo otra vez, los encontró dormidos; tenían los ojos cargados. Dejándolos, de nuevo se fue a orar por tercera vez, diciendo aún las mismas palabras. Luego vino a los discípulos y les dijo: Dormid ya y descansad, que ya se acerca la hora y el Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los pecadores. Levantaos, vamos; ya llega el que va a entregarme.

La Santísima Virgen y sus esclavos de amor

201. Veamos ahora los caritativos oficios que la Santísima Virgen, como la mejor de todas las madres, ejerce con sus fieles servidores, que se han entregado a Ella de la manera que he mostrado, y según la figura de Jacob.
1. Ella los ama “Ego diligentes me diligo: Yo amo a aquellos que me aman”. Ella los ama: 1.– Porque Ella es su Madre verdadera: ahora bien, una madre ama siempre a su hijo, el fruto de sus entrañas; 2.– Ella los ama por reconocimiento, porque efectivamente ellos la aman como a su cariñosa Madre; 3.– Ella los ama, porque siendo predestinados, Dios los ama: Jacob dilexi. Esaú autem odio habui; 4.– Los ama, porque ellos se han consagrado enteramente a Ella, y porque son su porción y su herencia: In Israel haereditare.

202. Ella los ama tiernamente, y más tiernamente que todas las madres reunidas. Poned, si podéis, todo el amor natural que las madres de todo el mundo tienen en relación a sus hijos, en un mismo corazón de una madre por su hijo único; ciertamente esta madre amará mucho a este hijo; sin embargo, es verdad que María ama mucho más tiernamente aún a sus hijos, de lo que esta madre amaría al suyo. Ella no los ama solamente con afecto, sino con eficacia. Su amor hacia ellos es activo y efectivo, como el de Rebeca por Jacob, y aún más. He aquí lo que esta bondadosa Madre, de quien Rebeca no era sino la figura, hace por obtener para sus hijos la bendición del Padre celestial:

203. 1º– Ella espía como Rebeca las ocasiones favorables para hacerles el bien, engrandecerles y enriquecerles. Como ve claramente en Dios todos los bienes y los males, las buenas y malas fortunas, las bendiciones y maldiciones de Dios, dispone de lejos las cosas para eximir de toda suerte de males a sus servidores y colmarlos de todo género de bienes; de tal modo que si hay un buen negocio para realizar ante Dios, por la fidelidad de una criatura a cualquier empleo importante, es seguro que María procurará esta buena fortuna a algunos de sus buenos hijos y servidores, y les dará la gracia para llevarlo a cabo con fidelidad. Ipsa procurat negotia nostra, dice un santo.

204. 2º– Ella les da buenos consejos, como Rebeca a Jacob: Fili mi, aquiesce consiliis meis: Hijo mío, sigue mis consejos (Gen. 27, 8). Y entre otros consejos, ella les inspira le lleven dos cabritos, es decir, su cuerpo y su alma, consagrárselos para hacer un guiso que sea agradable a Dios, y hacer todo lo que Jesucristo, su Hijo, ha enseñado con sus palabras y sus ejemplos. Y si no es por sí misma que Ella les da esos consejos, es por el ministerio de los ángeles, que no tienen mayor honra y placer que en obedecer cualquiera de sus mandatos, y descender a la tierra para socorrer a alguno de sus fieles servidores.

205. 3º– Cuando se le ha llevado y consagrado su cuerpo y su alma, y todo cuanto de ellos depende, sin exceptuar nada, ¿qué hace esta buena Madre? Lo que hizo otrora Rebeca con los dos cabritos que Jacob le entregó: 1.– Los mata haciéndolos morir a la vida del viejo Adán; 2.– Los desuella y despoja de su piel natural, de sus inclinaciones naturales, de su amor propio y propia voluntad, y de todo apego a las criaturas; 3.– Los purifica de sus manchas, suciedades y pecados; 4.– Los adereza al gusto de Dios y a su mayor gloria. Ya que no hay nadie como Ella que conozca tan perfectamente este gusto divino y esta mayor gloria del Altísimo, sólo Ella sin engañarse puede acomodar y aderezar nuestro cuerpo y nuestra alma a este gusto infinitamente exquisito, y a esta gloria infinitamente oculta y eterna.

206. 4º– Habiendo recibido esta cariñosa Madre la ofrenda perfecta que le hemos hecho de nosotros mismos, y de nuestros propios méritos y satisfacciones, según la devoción de que ya os he hablado, y habiéndonos despojado de nuestros viejos trajes, Ella nos engalana haciéndonos dignos de aparecer delante de nuestro Padre celestial.
1.– Nos reviste de trajes apropiados, nuevos, preciosos y perfumados de Esaú el primogénito, es decir, de Jesucristo su Hijo, que Ella guarda en su casa, o sea que tiene en su poder, como siendo la tesorera y dispensadora universal de los méritos y virtudes de su Hijo Jesucristo, que Ella da y comunica a quien quiere, como quiere y tanto cuanto quiere, según hemos visto. 2.– Ella cubre el cuello y las manos de sus servidores con las pieles de los cabritos muertos y desollados; es decir, los adorna con los méritos y el valor de sus propias acciones. Ella mata y mortifica, en efecto, todo cuanto hay de impuro y de imperfecto en sus personas pero no pierde ni disipa todo el bien que la gracia ha hecho; Ella lo guarda y aumenta para hacer con ello el ornato y la fuerza de su cuello y de sus manos, es decir, para fortificarlos a fin de poder cargar el yugo del Señor, que se lleva en el cuello; y para obrar grandes cosas por la gloria de Dios y la salvación de sus pobres hermanos. 3.– Da un nuevo perfume y una nueva gracia a estos vestidos y adornos, comunicándoles sus propios vestidos; es decir, sus méritos y sus virtudes, que Ella les ha legado al morir, en su testamento, conforme afirma una religiosa del último siglo, muerta en olor de santidad, y que lo ha sabido por revelación; de modo que todos sus domésticos, sus fieles servidores y esclavos, son doblemente cubiertos con los vestidos de su hijo y los suyos propios: omnes domestici ejus vestiti sunt duplicibus (Prov. 31, 21); por eso nada tienen que temer del frío de Jesucristo, blanco como la nieve, al contrario de 96 Tratado de la Verdadera Devoción a la Santísima Virgen los réprobos, los cuales completamente desnudos y despojados de los méritos de Jesucristo y de la Santísima Virgen no podrán soportarlo.

207. 5º– Ella les hace obtener, finalmente, la bendición del Padre celestial, aunque no siendo más que los hijos segundos y adoptivos, no debieran naturalmente recibirla. Con esos vestidos enteramente nuevos, preciosísimos y de tan buen olor, y con sus cuerpos y almas bien preparados y aderezados, se aproximan confiantemente del lecho de reposo de su Padre celestial. Él oye y distingue su voz, que es la del pecador; toca sus manos cubiertas de pieles; siente el buen olor de sus vestidos; come con gozo de lo que María, Madre de ellos, le ha preparado; y reconociendo en ellos los méritos y el buen olor de su Hijo y de su Santa Madre: 1.– Les da su doble bendición, la bendición del rocío del cielo: De rore Caeli (Gen 27, 28); es decir, de la gracia divina, que es la semilla de la gloria: Benedixit nos in omni benedictione spirituali in Christo Jesu; bendición de la grosura de la tierra: De pinguedine terrae (Gen., 27, 28), es decir, que este Padre bondadoso les da el pan de cada día, y una abundancia suficiente de los bienes de este mundo; 2.– Los constituye señores de sus otros hermanos, los réprobos; lo cual no quiere decir que esta primacía aparezca siempre en este mundo que pasa en un instante (1 Cor. 7, 31), donde a menudo dominan los réprobos: Peccatores effabuntur et gloriabuntur..., Vidi impium superexaltatum et elevatum; pero sin embargo es cierta, y aparecerá manifiestamente en el otro mundo, por toda la eternidad, en que los justos, según dice el Espíritu Santo, dominarán y comandarán a las naciones: Dominabuntur populis (Sab. 3, 8). 3.– Su Majestad, no contenta con bendecirles en sus personas y en sus bienes, bendice aún a aquellos que los bendijeren y maldice a todos aquellos que los maldijeren y persiguieren.

2. Ella los mantiene
208. El segundo deber de caridad que la Santísima Virgen ejerce con sus fieles servidores, es que Ella los sustenta con todo lo necesario para el cuerpo y para el alma. Les da vestidos dobles, como acabamos de ver. Les da a comer los platos más exquisitos de la mesa de Dios; les da a comer el pan de vida que Ella ha formado: A generationibus meis implemini(Eclo, 24, 26): Mis queridos hijos –les dice Ella bajo el nombre de la Sabiduría– saciaos de mis generaciones, o sea, de Jesús el fruto de la vida que yo he puesto en el mundo por vosotros.– Venite, comedite panem meum et bibite vinum quod miscui vobis (Prov. 9, 5); Comedite et bibite, et inebriamini, carissimi; venid –les repite en otro lugar–, comed mi pan que es Jesús, y bebed el vino de su amor, que yo os he mezclado con la leche de mis senos: Ya que es Ella la tesorera y dispensadora de los dones y de las gracias del Altísimo, da una buena porción, y la mejor, para alimentar y sustentar a sus hijos y servidores, los cuales son cebados con el pan de vida, y embriagados con el vino que engendra vírgenes. Ellos son llevados en sus pechos: Ad ubera portabimini (Is 66, 12); y tienen tal facilidad en cargar el yugo de Jesucristo, que casi no sienten su pesadez, por causa del aceite de la devoción con que Ella lo hace pudrir: Jugum eorum computrescet a facie olei(Is 10, 27).

3. Ella los conduce
209. El tercer bien que la Santísima Virgen hace a sus fieles servidores, es conducirlos y dirigirlos según la voluntad de su Hijo. Rebeca guiaba a su pequeño Jacob, y de cuando en cuando le daba buenos consejos, bien fuera para atraer sobre él la bendición de su padre, bien para evitar el odio y la persecución de su hermano Esaú. María, que es la estrella del mar, guía a todos sus fieles servidores a puerto seguro; Ella les muestra los caminos de la vida eterna; les hace evitar los pasos peligrosos; los conduce de la mano por los senderos de la justicia; los sostiene cuando están a punto de caer; los levanta de nuevo cuando han caído; los reprende como cariñosa madre cuando faltan; y, una que otra vez, los castiga amorosamente. ¿Podría pues extraviarse por el camino que conduce a la eternidad, un hijo obediente de María, que ha sido su madre nutricia y directora esclarecida? “Ipsan sequens non devias: siguiéndola –dice San Bernardo– no os extraviaréis”. No temáis, pues, que un verdadero hijo de María sea engañado por el maligno y caiga en cualquier herejía formal. Allí donde María es quien conduce, no se encuentran ni el maligno espíritu con sus ilusiones, ni los herejes con sus astucias: Ipsa tenente, non corruis.

210. El cuarto buen oficio que la Santísima Virgen presta a sus hijos y fieles servidores, es que los defiende y protege contra sus ene
4. Ella los defiende y protege migos.
Rebeca, con sus cuidados e industrias, libró a Jacob de todos los peligros en que se encontraba, y particularmente de la muerte que probablemente le habría dado su hermano Esaú, movido por el odio y la envidia que le tenía, como otrora Caín a su hermano Abel. María, la bondadosa Madre de los predestinados, los oculta bajo las alas de su protección, como una gallina a sus polluelos; Ella les habla, se abaja hasta ellos; es condescendiente con todas sus debilidades; para protegerlos contra el gavilán y contra el buitre se coloca a su alrededor y los acompaña como un ejército en orden de batalla : Ut castrorum acies ordinata (Ct 6, 3). Un hombre rodeado de un ejército bien ordenado de cien mil soldados ¿podría temer a sus enemigos? Luego, un fiel servidor de María, rodeado de su protección y de su poder imperial, tiene menos aún por qué temer. Esta cariñosa Madre y poderosa Princesa de los cielos, despacharía prontamente batallones de millones de ángeles para socorrer a uno sólo que fuera de sus servidores, antes que se pudiera afirmar que un fiel servidor de María, que a Ella se ha confiado, sucumbiese ante la malicia, al número y la fuerza de sus enemigos.

5. María intercede en su favor
211. El quinto y el mayor bien, por fin, que la amable María procura para sus fieles devotos, es interceder por ellos ante su Hijo, aplacándolo con sus oraciones, y uniéndolos a Él con un lazo muy íntimo, conservándolos ahí estrechamente. Rebeca hizo que Jacob se aproximase del lecho de su padre, y el buen hombre lo tocó, lo abrazó y hasta lo besó con alegría; quedó contento y satisfecho con los manjares bien preparados que le habían sido llevados, y habiendo sentido con gran complacencia los perfumes exquisitos de sus vestidos, exclamó: Ecce odor filii mei sicut odor agri pleni, cui benedixit Dominus: He aquí el olor de mi hijo, que es como el olor de un campo lleno que el Señor ha bendecido (Gen. 27, 27). Este campo lleno cuyo olor encantó el corazón del padre, no es otro que el olor de las virtudes de María, que es un campo lleno de gracia, en el cual Dios Padre ha sembrado, como un grano de trigo de los elegidos, a su Hijo único. ¡Oh cuán bienvenido es ante Jesucristo, Padre del siglo venidero (Is 9, 6), un hijo perfumado con el buen olor de María! ¡Oh cuán pronto y perfectamente queda unido con Él, conforme ya lo hemos demostrado ampliamente!

212. Además de esto, después de que Ella ha colmado a sus hijos y fieles servidores con todos sus favores, de que les ha obtenido la bendición del Padre celestial y la unión con Jesucristo, Ella los conserva en Jesucristo y a Jesucristo en ellos; los guarda y vigila siempre, por el temor de que lleguen a perder la gracia de Dios y caigan en las celadas de sus enemigos: “In plenitudine sanctos detinet: Detiene a los santos en su plenitud”, haciéndolos perseverar en ella hasta el fin, como ya lo hemos visto. He ahí la explicación de esta grandiosa y antigua figura de la predestinación y reprobación, tan desconocida y tan llena de misterios.  

Lecciones del Curso

Bibliografía

BIBLIA DE JERUSALÉN. Bilbao: Desclée de Brouwer, 2009.

CATECISMO DE LA IGLESIA CATÓLICA. Madrid: Asociación de Editores del Catecismo, 2005.

CLÁ DIAS, João Scognamiglio. ¡María Santísima! El Paraíso de Dios revelado a los hombres. Madrid: ACSRF, 2022, vols. I-III.

CONCILIO VATICANO II. Constitución dogmática Lumen Gentium. In: vatican.va.

CORRÊA DE OLIVEIRA, Plinio. La libertad y la virtud. Conferencia, 28/4/1973. In: tfp.org.br.

HAUKE, Manfred. Introducción a la Mariología. Madrid: BAC, 2015.

JUAN PABLO II. Carta encíclica Veritatis splendor. In: vatican.va.

RAGAZZINI, Severiano. María, vida del alma. Barcelona: Balmes, 1986.

ROYO MARÍN, Antonio. La Virgen María. Madrid: BAC, 1968.

SAN LUIS MARÍA GRIGNON DE MONTFORT. Tratado de la verdadera devoción a la Santísima Virgen. Barcelona: Casals, 1981,

Material para download

Curso

Haga clic en el icono para descargar archivos

Texto de apoyo y oraciones
Tratado de la Verdadera Devoción