Lección 18: Camino seguro para llegar a Jesús y alcanzar la vida eterna.

¿Cómo podemos estar seguros de caminar por la vía correcta? Para demostrarlo bastaría decir que fue el camino trazado y recorrido por el mismo Jesucristo. Nuestro santo presenta diversos argumentos de autoridad y confirma con ejemplos que no hay camino más seguro que este.

Pongo a su disposición online el texto del tratado: https://bit.ly/TratadoVD

Meditación y Oraciones del día

Letanías del Espíritus Santo, Ave Maris Stella y Letanías de la Santíssima Virgen

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Señor, ten piedad de nosotros. Jesucristo, ten piedad de nosotros.

R/. Señor, ten piedad de nosotros.
Divino Espíritu Santo, óyenos.
Espíritu Santo Paráclito, escúchanos.

Dios Padre celestial, ten piedad de nosotros,
Dios Hijo Redentor del mundo, ten piedad de nosotros,
Dios Espíritu Santo, ten piedad de nosotros,
Santísima Trinidad que eres un sólo Dios, ten piedad de nosotros,
Espíritu de la verdad, ten piedad de nosotros,
Espíritu de la sabiduría, ten piedad de nosotros,
Espíritu de la inteligencia, ten piedad de nosotros,
Espíritu de la fortaleza, ten piedad de nosotros,
Espíritu de la piedad, ten piedad de nosotros,
Espíritu del buen consejo, ten piedad de nosotros,
Espíritu de la ciencia, ten piedad de nosotros,
Espíritu del santo temor, ten piedad de nosotros,
Espíritu de la caridad, ten piedad de nosotros,
Espíritu de la alegría, ten piedad de nosotros,
Espíritu de la paz, ten piedad de nosotros,
Espíritu de las virtudes, ten piedad de nosotros,
Espíritu de toda la gracia, ten piedad de nosotros,
Espíritu de la adopción de los hijos de Dios, ten piedad de nosotros,
Purificador de nuestras almas, ten piedad de nosotros,
Santificador y guía de la Iglesia Católica, ten piedad de nosotros,
Distribuidor de los dones celestiales, ten piedad de nosotros,
Conocedor de los pensamientos, ten piedad de nosotros,
y de las intenciones del corazón, ten piedad de nosotros,
Dulzura de los que comienzan a serviros, ten piedad de nosotros,
Corona de los perfectos, ten piedad de nosotros,
Alegría de los ángeles, ten piedad de nosotros,
Luz de los Patriarcas, ten piedad de nosotros,
Inspiración de los Profetas, ten piedad de nosotros,
Palabra y sabiduría de los Apóstoles, ten piedad de nosotros,
Victoria de los Mártires, ten piedad de nosotros,
Ciencia de los Confesores, ten piedad de nosotros,
Pureza de las Vírgenes, ten piedad de nosotros,
Unción de todos los Santos, ten piedad de nosotros,

Sednos propicio,
R. Perdónanos Señor.
Sednos propicio,
R. Escúchanos Señor.

De todo pecado, líbranos Señor.
De todas las tentaciones y celadas del demonio, líbranos Señor.
De toda presunción y desesperación, líbranos Señor.
Del ataque a la verdad conocida, líbranos Señor.
De la envidia de la gracia fraterna, líbranos Señor.
De toda obstinación e impenitencia, líbranos Señor.
De toda negligencia y liviandad de espíritu, líbranos Señor.
De toda impureza de la mente y del cuerpo, líbranos Señor.
De todas las herejías y errores, líbranos Señor.
De todo mal espíritu, líbranos Señor.
De la muerte mala y eterna, líbranos Señor.
Por Vuestra eterna procedencia del Padre y del Hijo, líbranos Señor.
Por la milagrosa concepción del Hijo de Dios, líbranos Señor.
Por Vuestro descendimiento sobre Jesús bautizado, líbranos Señor.
Por Vuestra santa aparición en la transfiguración del Señor, líbranos Señor.
Por Vuestra venida sobre los discípulos del Señor, líbranos Señor.
En el día del juicio, líbranos Señor.

Aunque pecadores, te rogamos óyenos,
Para que nos perdones, te rogamos óyenos,
Para que te dignes vivificar y santificar a todos los miembros de la Iglesia, te rogamos óyenos,
Para que te dignes concedernos el don de la verdadera piedad, devoción y oración, te rogamos óyenos,
Para que te dignes inspirarnos sinceros afectos de misericordia y de caridad, te rogamos óyenos,
Para que te dignes crear en nosotros un espíritu nuevo y un corazón puro, te rogamos óyenos,
Para que te dignes concedernos verdadera paz y tranquilidad de corazón, te rogamos óyenos,
Para que nos hagas dignos y fuertes, para soportar las persecuciones por amor a la justicia, te rogamos óyenos,
Para que te dignes confirmarnos en tu gracia, te rogamos óyenos,
Para que nos recibas en el número de tus elegidos, te rogamos óyenos,
Para que te dignes atendernos, te rogamos óyenos,
Espíritu de Dios, te rogamos óyenos,

V/Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo,
R/.Envíanos el Espíritu Santo.
V/Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo,
R/.Mándanos el Espíritu prometido del Padre.

V/Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo,
R/.Dadnos el buen Espíritu Espíritu Santo, óyenos.

V/Espíritu Consolador, escúchanos.
V/. Envía tu Espíritu y todo será creado,
R/. Y renovarás la faz de la tierra.
Oremos. ¡Oh Dios! que aleccionaste a los corazones de Tus fieles
con la ciencia del Espíritu Santo,
haz que, guiados por este mismo
Espíritu, apreciemos las dulzuras
del bien, y gocemos siempre de Sus
divinos consuelos, por Jesucristo
Nuestro Señor.

Amén.
Señor, ten piedad de nosotros. Jesucristo, ten piedad de nosotros. R/. Señor, ten piedad de nosotros.

Jesucristo, óyenos.
R/. Jesucristo, escúchanos

Dios Padre celestial, ten piedad de nosotros.
Dios Hijo Redentor del mundo, ten piedad de nosotros.
Dios Espíritu Santo, ten piedad de nosotros.
Santísima Trinidad que eres un sólo Dios, ten piedad de nosotros.
Santa María, ruega por nosotros,
Santa Madre de Dios, ruega por nosotros,
Santa Virgen de las Vírgenes, ruega por nosotros,
Madre de Cristo, ruega por nosotros,
Madre de la Divina Gracia, ruega por nosotros,
Madre purísima, ruega por nosotros,
Madre castísima, ruega por nosotros,
Madre intacta, ruega por nosotros,
Madre incorrupta, ruega por nosotros,
Madre Inmaculada, ruega por nosotros,
Madre amable, ruega por nosotros,
Madre admirable, ruega por nosotros,
Madre del buen Consejo, ruega por nosotros,
Madre del Creador, ruega por nosotros,
Madre del Salvador, ruega por nosotros,
Madre y ornato del Carmelo, ruega por nosotros,
Madre de la Iglesia, ruega por nosotros,
Virgen prudentísima, ruega por nosotros,
Virgen digna de veneración, ruega por nosotros,
Virgen digna de alabanza, ruega por nosotros,
Virgen poderosa, ruega por nosotros,
Virgen clemente, ruega por nosotros,
Virgen fiel, ruega por nosotros,
Virgen flor del Carmelo, ruega por nosotros,
Espejo de justicia, ruega por nosotros,
Trono de la sabiduría, ruega por nosotros,
Causa de nuestra alegría, ruega por nosotros,
Vaso espiritual, ruega por nosotros,
Vaso honorable, ruega por nosotros,
Vaso insigne de devoción, ruega por nosotros,
Rosa mística, ruega por nosotros,
Torre de David, ruega por nosotros,
Torre de marfil, ruega por nosotros,
Casa de oro, ruega por nosotros,
Arca de la alianza, ruega por nosotros,
Puerta del cielo, ruega por nosotros,
Estrella de la mañana, ruega por nosotros,
Salud de los enfermos, ruega por nosotros,
Refugio de los pecadores, ruega por nosotros,
Consuelo de los afligidos, ruega por nosotros,
Auxilio de los cristianos, ruega por nosotros,
Patrona de los carmelitas, ruega por nosotros,
Reina de los ángeles, ruega por nosotros,
Reina de los patriarcas, ruega por nosotros,
Reina de los profetas, ruega por nosotros,
Reina de los apóstoles, ruega por nosotros,
Reina de los mártires, ruega por nosotros,
Reina de los confesores, ruega por nosotros,
Reina de las vírgenes, ruega por nosotros,
Reina de todos los santos, ruega por nosotros,
Reina concebida sin pecado original, ruega por nosotros,
Reina asunta al cielo, ruega por nosotros,
Reina del Santísimo Rosario, ruega por nosotros,
Reina de la familia, ruega por nosotros,
Reina de la paz, ruega por nosotros,
Esperanza de todos los carmelitas, ruega por nosotros,

Cordero de Dios, que quitas los
pecados del mundo,
R/. perdónanos, Señor.
Cordero de Dios, que quitas los
pecados del mundo,
R/. escúchanos, Señor.
Cordero de Dios, que quitas los
pecados del mundo,
R/. ten piedade de nosotros.

V/. Ruega por nosotros Santa
Madre de Dios,
R/. Para que seamos dignos de
alcanzar las promesas de Nuestro
Señor Jesucristo. Amén.

Oremos. Concédenos, Señor, a
nosotros tus siervos, gozar de perpetua salud de alma y de cuerpo,
y por la gloriosa intercesión de la
bienaventurada siempre Virgen
María, vernos libres de las tristezas de la vida presente y gozar
de las alegrías eternas. Por Cristo
nuestro Señor.

Amén.
Ven Espíritu Creador;
visita las almas de tus siervos.
Llena de la divina gracia
los pechos que Tú creaste.

Tú eres llamado Paráclito,
don de Dios altísimo,
fuente viva, fuego, amor
y unción espiritual.

Tú septiforme en el don;
Tú el dedo de la mano de Dios,
Tú, auténtica promesa del Padre,
que enriqueces la lengua con palabras.

Enciende lumbre en los sentidos,
infunde amor en los corazones
corroborando con vigor constante,
la fragilidad de nuestro cuerpo.

Rechaza lejos al enemigo,
concede prontamente la paz,
yendo así Tú delante como guía
evitemos todo mal.

Haz que por Tí conozcamos al Padre,
y conozcamos también al Hijo,
y por Tí, Espíritu de entreambos,
creamos en todo tiempo.

A Dios Padre sea la gloria,
y al Hijo, que entre los muertos,
resucitó, y al Paráclito
por los siglos de los siglos.

Amén.
Salve, del mar Estrella,
Salve, Madre sagrada
De Dios y siempre Virgen,
Puerta del cielo Santa.

Tomando de Gabriel
El Ave, Virgen alma,
Mudando el nombre de Eva,
Paces divinas trata.

La vista restituye,
Las cadenas desata,
Todos los males quita,
Todos los bienes causa.

Muéstrate Madre, y llegue
Por Ti nuestra esperanza
A quien, por darnos vida,
Nació de tus entrañas.

Entre todas piadosa,
Virgen, en nuestras almas,
Libres de culpa, infunde
Virtud humilde y casta.

Vida nos presta pura,
Camino firme allana;
Que quien a Jesús llega,
Eterno gozo alcanza.

Al Padre, al Hijo, al Santo
Espíritu alabanzas;
Una a los tres le demos,
Y siempre eternas gracias

Salve, María, amadísima Hija del Eterno Padre; salve, María, Madre admirable del Hijo; salve, María, fidelísima Esposa del Espíritu Santo; salve, María, mi amada Madre, mi amable Señora, mi poderosa Soberana; salve, mi gozo, mi gloria, mi corazón y mi alma. Vos sois toda mía por misericordia, y yo soy todo vuestro por justicia. Pero todavía no lo soy bastante.

De nuevo me entrego a Vos todo entero en calidad de eterno esclavo, sin reservar nada ni para mí, ni para otros. Si algo veis en mí que todavía no sea vuestro, tomadlo en seguida, os lo suplico, y haceos dueña absoluta de todos mis haberes para destruir y desarraigar y aniquilar en mí todo lo que desagrade a Dios y plantad, levantad y producid todo lo que os guste.

La luz de vuestra fe disipe las tinieblas de mi espíritu; vuestra humildad profunda ocupe el lugar de mi orgullo; vuestra contemplación sublime detenga las distracciones de mi fantasía vagabunda; vuestra continua vista de Dios llene de su presencia mi memoria, el incendio de caridad de vuestro corazón abrase la tibieza y frialdad del mío; cedan el sitio a vuestras virtudes mis pecados; vuestros méritos sean delante de Dios mi adorno y suplemento. En fin, queridísima y amadísima Madre, haced, si es posible, que no tenga yo más espíritu que el vuestro para conocer a Jesucristo y su divina voluntad; que no tenga más alma que la vuestra para alabar y glorificar al Señor; que no tenga más corazón que el vuestro para amar a Dios con amor puro y con amor ardiente como Vos.

No pido visiones, ni revelaciones, ni gustos, ni contentos, ni aun espirituales. Para Vos el ver claro, sin tinieblas; para Vos el gustar por entero sin amargura; para Vos el triunfar gloriosa a la diestra de vuestro Hijo, sin humillación; para Vos el mandar a los ángeles, hombres y demonios, con poder absoluto, sin resistencia, y el disponer en fin, sin reserva alguna de todos los bienes de Dios.

Esta es, divina María, la mejor parte que se os ha concedido, y que jamás se os quitará, que es para mí grandísimo gozo. Para mí y mientras viva no quiero otro, sino el experimentar el que Vos tuvisteis: creer a secas, sin nada ver y gustar; sufrir con alegría, sin consuelo de las criaturas; morir a mí mismo, continuamente y sin descanso; trabajar mucho hasta la muerte por Vos, sin interés, como el más vil de los esclavos.

La sola gracia, que por pura misericordia os pido, es que en todos los días y en todos los momentos de mi vida diga tres amenes: amén (así sea) a todo lo que hicisteis sobre la tierra cuando vivíais; amén a todo lo que hacéis al presente en el cielo; amén a todo lo que hacéis en mi alma, para que en ella no haya nada más que Vos, para glorificar plenamente a Jesús en mí, en el tiempo y en la eternidad.

Amén
Tratado de la Verdadera Devoción, núms. 152-16

Esta devoción es un camino fácil, corto, perfecto y seguro para llegar a la unión con Dios que es la perfección cristiana. Es un camino fácil: Es un camino que Jesús ha recorrido viniendo a nosotros, y en que no se encuentra ningún tropiezo para llegar a Él. Es verdad que es posible llegar a la unión con Dios por otros caminos, pero será pasando por muchas más cruces y extraños desfallecimientos, y al través de muchas más dificultades, penosísimas de vencer. Es un camino corto: Esta devoción a la Santísima Virgen es un camino corto para hallar a Jesucristo, ya sea porque en él no hay extravíos, ya sea por que, como acabo de decir, por él se camina con más gozo y facilidad y, por tanto, con más prontitud. Se avanza más en poco tiempo de sumisión y de dependencia de María, que en años enteros de propia voluntad y de apoyo sobre sí pequeño gusanos de la tierra que nada somos. ¿Cómo se ha obrado esto? El Altísimo ha descendido perfecta y divinamente por María hasta nosotros sin perder nada de su divinidad y de su santidad, y por María de ben los más peque-ños subir perfecta y divina mente al Altísimo sin temor alguno. Es un camino seguro: Esta devoción a la Santísima Virgen es un camino seguro para ir a Jesucristo y adquirir la perfección uniéndose a Él. Porque esta práctica que enseño, no es nueva; es tan antigua, que no se pueden marcar sus principios. Y no se la podría condenar sin trastornar los fundamentos del cristianismo. Consta, pues, en conclusión, que esta devoción no es nueva, y que si bien no es común, consiste esto en que es demasiado precio sa para ser saboreada y practicada por todo el mundo. Esta devoción es un medio seguro para ir a Nuestro Señor, porque es propio de la Santísima Virgen el conducirnos seguramente a Jesucristo, como lo es de Jesucristo llevarnos seguramente al Padre Eterno.

4. Esta devoción es un camino seguro

159. Esta devoción a la Santísima Virgen es un camino seguro para ir a Jesucristo, y adquirir la perfección uniéndonos a Él:
1º – Porque esta práctica que yo enseño no es nueva, por el contrario, es tan antigua que no se pueden precisar exactamente sus comienzos –como dice M. Boudon, muerto en olor de santidad, en un libro que escribió sobre esta devoción–. Sin embargo, es cierto que desde hace 700 años se encuentran indicios de ella en la Iglesia. San Odilón, Abad de Cluny, que vivió hacia el año 1040, fue uno de los primeros que la practicaron públicamente en Francia, conforme se hace mención en su vida. El Cardenal Pedro Damián refiere que el año 1016, el Beato Marín, su hermano, se hizo esclavo de la Santísima Virgen en la presencia de su director, de una manera bien edificante, pues se colocó una cuerda al cuello, tomó la disciplina y colocó sobre el altar una suma de dinero como señal de su entrega y consagración a la Santísima Virgen, lo que tan fielmente continuó durante toda su vida, que mereció en la hora de la muerte ser visitado y consolado por su buena Señora, y recibir de sus labios la promesa del Paraíso en premio a sus servicios. Cesáreo Bolando hace mención de un ilustre caballero, Vautier de Birbak, pariente próximo de los duques de Louvain, que alrededor del año 1300, hizo esta consagración de sí mismo a la Santísima Virgen. Esta devoción ha sido practicada por muchos particulares hasta el siglo XVII, en que se volvió pública.

160. El P. Simón de Rojas, de la Orden de la Trinidad, llamada de la Redención de los Cautivos, Predicador del rey Felipe III, puso en boga esta devoción por toda España (año 1611) y en Alemania, y obtuvo de Gregorio XV –a instancias de Felipe III– grandes indulgencias para quienes la practicaran. El R.P. de Los Ríos, de la Orden de San Agustín, junto a su íntimo amigo el P. Rojas, se dedicó a extender esta devoción con sus escritos y sus palabras por España y Alemania. Compuso un grueso volumen titulado “Hierarchia Mariana”, en que trata con tanta piedad como erudición sobre la antigüedad, excelencia y solidez de esta devoción.

161. En el siglo último, los R.P. Teatinos establecieron esta devoción en Italia, Sicilia y Saboya. El R.P. Stanislas Phalacius, de la Compañía de Jesús, dio un maravilloso empuje a esta devoción en Polonia. El Padre De los Ríos, en su libro arriba citado, relaciona los nombres de los príncipes, princesas, duques y cardenales de diferentes reinos que abrazaron esta devoción. El R.P. Cornelio Alápide, tan recomendable por su piedad como por la profundidad de su ciencia, habiendo recibido el encargo de muchos obispos y teólogos de examinar esta devoción, después de haberla maduramente analizado, le dio alabanzas dignas de su piedad, y muchos otros grandes personajes siguieron su ejemplo. Los RR.PP. Jesuitas, siempre celosos en el servicio de la Santísima Virgen, presentaron un pequeño tratado de esta devoción, en nombre de los congregantes de Colonia, al duque Fernando de Baviera, entonces arzobispo de Colonia, quien le dio su aprobación y permiso de impresión, exhortando a todos los párrocos y religiosos de su diócesis para extender tanto cuanto pudiesen esta sólida devoción.

162. El cardenal De Berulle, cuya memoria bendice Francia entera, fue uno de los más celosos en extender en Francia esta devoción, a pesar de todas las calumnias y persecuciones que le hicieron los críticos y libertinos. Lo acusaron de novedad y superstición; escribieron y publicaron contra él un libelo difamatorio, y se sirvieron, o mejor, el demonio, por su ministerio, de mil astucias para impedirle expandir esta devoción por toda Francia. Pero este grande y santo hombre no respondió a sus calumnias más que con su paciencia; y a las objeciones contenidas en su libelo, por un pequeño escrito en el cual los refuta poderosamente, mostrándoles que esta devoción esta cimen- tada en el ejemplo de Jesucristo, en las obligaciones que con Él hemos contraído, y en los votos que hemos hecho en el bautismo; y con esta última razón particularmente les cerró la boca a sus adversarios, haciéndoles ver que esta consagración a la Santísima Virgen, y a Jesucristo por sus manos, no es otra cosa que una perfecta renovación de los votos y promesas del bautismo. Muchas bellas cosas nos dice él sobre esta práctica, que pueden ser leídas en sus obras.

163. Pueden leerse en el libro de M. Boudon los nombres de los diferentes papas que han aprobado esta devoción, los teólogos que la han examinado, las persecuciones que ha sufrido y vencido, así como los millares de personas que la han abrazado, sin que jamás Papa alguno la haya condenado; y no se lo podría hacer sin transtornar los fundamentos del cristianismo. Queda entonces constancia de que esta devoción no es nada nueva, y que si ella no es común, es por ser demasiado preciosa para poder ser degustada y practicada por todo el mundo

164. Esta devoción es un medio seguro para ir a Jesucristo, pues lo propio de la Santísima Virgen es conducirnos con seguridad a Jesucristo, de igual modo que lo propio de Jesucristo es conducirnos seguramente al eterno Padre. No es bueno entonces que las personas espirituales crean falsamente que María les es un impedimento para llegar a la unión divina, pues ¿sería posible que Aquella que ha hallado gracia delante de Dios para todo el mundo en general, y para cada uno en particular, fuera un impedimento para que un alma encuentre la gracia inmensa de la unión con Él? ¿Sería posible que Aquella que ha sido toda llena y superabundante de gracias, tan unida y transformada en Dios, que ha sido necesario que Él se haya encarnado en Ella, impidiera que un alma no fuera perfectamente unida a Dios? Es absolutamente verdadero que la vista de las otras criaturas, aunque sean santas, podría posiblemente una que otra vez retardar la unión divina; pero no María, como lo he dicho y diré siempre sin cansarme. Y una razón por la cual tan pocas almas llegan a la plenitud de la edad de Jesucristo, es porque María –que tanto ahora como siempre es la Madre del Hijo y la Esposa fecunda del Espíritu Santo– no ha sido suficientemente formada en sus corazones; quien desea tener el fruto maduro y bien formado, debe tener el árbol que lo produce; quien desea tener el fruto de la vida, Jesucristo Nuestro Señor, debe tener el árbol de la vida, que es María. Quien deseare tener en sí la operación del Espíritu Santo, debe tener a su Esposa fiel e indisoluble, la divina María, que lo torna fértil y fecundo, como ya lo hemos dicho en otra parte.

165. Estad persuadidos entonces que, en la medida en que más miréis a María en vuestras oraciones, contemplaciones, acciones y sufrimientos –si no de una manera clara y distinta, al menos con mirada general e imperceptible–, así más perfectamente hallaréis a Jesucristo, que está siempre con María, grande, poderoso, operante e incomprensible, y de mejor manera que en el cielo o en cualquier otra criatura del universo. De este modo, en lugar de ser la divina María –que está toda transformada en Dios– un obstáculo para que los perfectos lleguen a su unión con Dios, no ha habido hasta ahora ni habrá jamás criatura que como Ella nos ayude más eficazmente a esta gran obra, tanto por las gracias que Ella os comunicará para este efecto, pues nadie se ha llenado del pensamiento de Dios sino por Ella –como nos dice un santo–: Nemo cogitatione Dei repletur nisi per te; como también por la defensa que ella os garantizará contra las ilusiones y engaños del mal espíritu.

166. Allí donde está María no puede estar tal espíritu maligno, y una de las más infalibles señales para conocer cuándo se es conducido por el buen espíritu, es cuando se es devoto de María, cuando se piensa a menudo en Ella, y que de Ella se habla con frecuencia. Es el pensamiento de un santo, quien añade que así como la respiración es una señal segura de que el cuerpo no está muerto, el pensamiento frecuente e invocación amorosa de María es una señal cierta de que el alma no está muerta por el pecado.

167. Como sólo María es quien ha hecho perecer por sí todas las herejías, según dice la Iglesia y el Espíritu Santo que la conduce: Sola cunctas haereses interemisti in universo mundo, a pesar de las murmuraciones de los críticos, nunca un devoto fiel de María caerá en la herejía o en la ilusión, al menos formal; él podrá errar materialmente, tomar la mentira por verdad, y el maligno espíritu por el bueno, aunque más difícilmente que otro; pero tarde o temprano conocerá su falta y su error material, y cuando lo conociere, no se obstinará de manera alguna en creer y sostener lo que había creído verdadero.

168. Cualquiera entonces que quisiere avanzar por las vías de la perfección, sin temor de ilusión –tan ordinario en las personas de oración– y hallar segura y perfectamente a Jesucristo, que abrace con un gran corazón, corde magno et animo volenti, esta devoción a la Santísima Virgen, que talvez no haya conocido aún. Que él entre en este camino excelente que le era desconocido y que yo le enseño: Excellentionem viam vobis demonstro. Es un camino abierto por Jesucristo, la Sabiduría encarnada, nuestra única cabeza, y que por él pasando sus miembros, no pueden engañarse. Es un camino fácil, por causa de la plenitud de gracia y unción del Espíritu Santo que lo llena; no se cansa ni retrocede jamás cuando por él se camina. Es un camino corto, que en poco tiempo nos conduce a Jesucristo. Es un camino perfecto, donde no hay lodo, ni polvo, ni la menor inmundicia del pecado. Es en fin un camino seguro, que nos conduce a Jesucristo y a la vida eterna de una manera recta y segura, sin desviarnos ni a la derecha ni a la izquierda. Entremos pues en este camino y por él transitemos día y noche hasta la plenitud de la edad de Jesucristo.

Lecciones del Curso

Bibliografía

BIBLIA DE JERUSALÉN. Bilbao: Desclée de Brouwer, 2009.

CATECISMO DE LA IGLESIA CATÓLICA. Madrid: Asociación de Editores del Catecismo, 2005.

CLÁ DIAS, João Scognamiglio. ¡María Santísima! El Paraíso de Dios revelado a los hombres. Madrid: ACSRF, 2022, vols. I-III.

CONCILIO VATICANO II. Constitución dogmática Lumen Gentium. In: vatican.va.

CORRÊA DE OLIVEIRA, Plinio. La libertad y la virtud. Conferencia, 28/4/1973. In: tfp.org.br.

HAUKE, Manfred. Introducción a la Mariología. Madrid: BAC, 2015.

JUAN PABLO II. Carta encíclica Veritatis splendor. In: vatican.va.

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SAN LUIS MARÍA GRIGNON DE MONTFORT. Tratado de la verdadera devoción a la Santísima Virgen. Barcelona: Casals, 1981,

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Tratado de la Verdadera Devoción