Confesarse bien: paz y orden del corazón
Síntesis del Curso
Una de las causas principales de las grandes tristezas y amarguras por las que podemos pasar en nuestras vidas reside en la falta de conocerse a uno mismo honestamente. Esto quiere decir que es necesario identificar con equilibrio y objetividad todo aquello que puede estar perjudicando mi relación de amistad con Cristo, único Salvador del mundo. Muchos de los problemas y desequilibrios que nos sobrevienen son porque no queremos vernos de frente y reconocer objetivamente aquello que somos.
Ante un mundo diezmado cada vez más por los fenómenos destructores del alma, como la depresión y la desesperanza, conviene recordar que La Solución ya nos fue dada por Cristo cuando instituyó el precioso, saludable y, por excelencia, profundamente equilibrador Sacramento de la Confesión. Así lo afirmaba el inolvidable papa San Pio X: «La confesión es la invención más oportuna que Jesús supo dar para remediar la enfermedad humana».
El gran doctor de la Iglesia, San Agustín, definía la paz como siendo «la tranquilidad del orden». Aplicado este principio de vida a la paz interior que hoy tantos buscan donde no se encuentra, podemos afirmar que el Sacramento de la Confesión es, por excelencia, la infalible medicina dada por el mismo Dios a su Iglesia, para restaurar el orden interior en las almas y, por ende, la paz y serenidad espiritual que el pecado nos arrebató. Solamente la Confesión nos libra de ciertas esclavitudes, produciendo como efecto una auténtica paz y el consuelo en nuestro espíritu.
Pero ¿por qué tantos se confiesan o se han confesado en sus vidas y parecen no haber recibido o sentido esos benéficos efectos? Respondemos con otra pregunta: ¿Se habrán confesado bien?
Confesarse mal, o peor aún, abusar de este precioso Sacramento profanándolo, intentando engañar a Dios, no sólo hace que deje de ser una medicina, sino que lo convierte en un veneno para el alma y acabará arrastrándola a una peor condenación.
Ésta es la razón por la cual este curso va orientado a todos aquellos que quieren honestamente encontrar la paz y la serenidad de una conciencia recta, y desean realizar una buena Confesión. Y tal vez sea la Confesión que nunca hicieron en su vida o, quién sabe…, de la que pueda depender todo su futuro.
El P. Ramón Ángel Pereira es licenciado en Derecho Canónico por la Pontificia Universidad Santo Tomás de Aquino (Angelicum) de Roma. Ha ocupado, durante algunos períodos, la dirección de las casas de los Heraldos del Evangelio dedicadas a la evangelización con jóvenes y familias en las ciudades de Valencia y Oviedo (España). Actualmente es el Procurador General de la Sociedad de Vida Apostólica de Derecho Pontificio Virgo Flos Carmeli.
Lecciones del curso
Bibliografía
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